La convivencia entre la cacería desatada el miércoles pasado y un sistema político-partidario en ruinas obliga a subrayar y, en lo posible, profundizar aspectos que son cada vez más desafiantes. El Gobierno volvió a redoblar apuestas y sus contendientes sociales sólo encuentran el amparo de la espontaneidad indignada.

Se acabó la búsqueda de adjetivos para denominar lo que preside a los argentinos